Cierra una de las líbrerías más antiguas de Europa
La Vanguardia.
Adiós a 245 años de libros
Cierra en Tortosa una de las librerías más antiguas.
ESTEVE GIRALT - 02/01/2006TORTOSA
Maria José hacía 33 años que despachaba en la librería Viladrich, al lado de la catedral de Tortosa; Joan Ferrer, a sus 76 años, llevaba casi una vida buscando libros con la certeza de encontrarlos en las vetustas estanterías de un establecimiento fundado en 1760; Jordi López Viladrich, actual propietario, aún recuerda las tertulias literarias que se hacían en la trastienda, cuando su abuelo Claudio regentaba el negocio. Jordi no olvida los tiempos en los que su abuelo comercializaba tinta en polvo. Pero los años no pasan en balde, tampoco para los comercios ilustres, aunque éstos sean depósito de la cultura local. Tras casi dos siglos y medio -245 años- la Viladrich bajó la persiana el último día del 2005.
"Hace 15 años que el negocio no iba bien, pero ahora va fatal. Teníamos la misma estructura que hace 25 años y los costes no son los mismos", argumenta López Viladrich, tercera generación de libreros. Él heredó la librería de su madre Pilar. Unas décadas atrás, a principios del siglo XX, Claudio Viladrich y su hermano compraron la librería a Francesc Mestre, respetado intelectual de la época. Los Viladrich aún conservan un sello de la reina Isabel II que documenta que los orígenes del negocio datan de 1760, cuando sólo vendían libros de santos, o una factura de 1880 que atestigua que los inicios de la librería se remontan a la segunda mitad del siglo XVIII. Desde entonces, la Viladrich ha sido referente de la cultura de Tortosa y de las Terres de l´Ebre.
El vacío dejado por los libros y la historia de la estirpe de libreros Viladrich lo ocupará una oficina bancaria. "La culpa no es de Caixa Tarragona", destaca Jordi López, que explica orgulloso que no es un vendedor de libros, "yo soy un librero". Los cambios en la venta de los libros de texto, las cooperativas y las grandes superficies son algunas de las causas de la decadencia del negocio; a esto hay que añadir la falta de relevo generacional. "Sabe mal porque cuando cierra una librería se pierde un pedazo de la cultura de un pueblo", dice López Viladrich.
Una visita a una de las librerías más antiguas de Europa deja caer sobre el comprador el peso de la nostalgia. "Lo siento mucho. No sé ir a otra librería, pero son las leyes del mercado", dice Manel Márquez, comprador fiel desde hace tres décadas. Maria José, uno de los cinco empleados que se han quedado sin trabajo, apenas podía contener las lágrimas cuando explicaba, momentos antes de cerrar, que apenas quedaban libros que vender.
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